La situación actual de la educación en el Perú es el resultado de su crítica historia de aciertos y desaciertos que han buscado enfocarse en revertir necesidades diversas de este país maravilloso, en el que coexisten cuatro revoluciones industriales y que hasta la fecha no han podido ser satisfechas. La educación es una de las bases fundamentales que impulsan el crecimiento. Por lo mismo, en el 2016 se propusieron planes de mejora educativa que incluían una propuesta de cambio en la carrera magisterial, ascensos y evaluaciones, que permitirían incrementar el piso salarial con miras a que en el 2018 ningún docente percibiera menos de S/2 mil.  

Se plantó crear un servicio de formación docente, al menos un instituto pedagógico más, un modelo de formación técnica en secundaria vinculándolo con centros tecnológicos, entre otras iniciativas que se quedaron en el proceso y que, junto con los retos de corto y largo plazo, coyunturales y estructurales, deberá evaluar la gestión ministerial que recién empieza y que merece tener el espacio para enfocarse. Y como en el fútbol, ponerse la camiseta blanquirroja y darlo todo en la cancha como lo hacen los docentes en las aulas del Perú.

Hoy es una oportunidad para el Perú, el Estado somos todos, cada ciudadano es una pieza clave en el proceso de desarrollo. En esa línea, resalto información para ubicarnos en el vaso medio lleno pero también en el medio vacío que tenemos la responsabilidad de llenar en la línea educativa. Durante los últimos años, el Perú ha buscado a través de la educación formar ciudadanos con competencias para la vida, personas con pensamiento crítico y creativo que puedan trabajar en equipos y colaborar para transformar su contexto.

Para ello, el Ministerio de Educación (Minedu) aumentó en 12% la cobertura del servicio educativo inicial entre los años 2011 y 2016. La cobertura pasó de 74% en el 2011 a 86% en el 2016 sumándose así 417,965 niños y niñas más. Para asegurar un servicio educativo de calidad, el ministerio dispuso de 21,941 nuevas plazas docentes de educación inicial, lo que demandó una inversión de S/368 millones a lo largo de los cinco años. Esto evidencia la visión de largo plazo materializada en la inversión en la primera infancia. En el caso de la secundaria, la cobertura pasó de 82,3% en el 2013 a 86% en el 2016. El incremento de la cobertura permitió el ingreso de 21,180 adolescentes más a las aulas de secundaria, principalmente en ámbitos rurales, lo que redujo de 13,9% a 9,5% la brecha de cobertura entre las áreas urbana y rural. Además se financiaron 2,016 nuevas plazas docentes de secundaria con una inversión de S/32 millones promovidas también por la implementación desde el 2014 del Programa Jornada Escolar Completa (JEC) y la implementación del Programa Colegios de Alto Rendimiento (COAR).

Durante los últimos años se ha observado un esfuerzo continuado por lograr un currículo nacional enfocado en competencias que busca revalorizar la carrera docente, mejorar la calidad de los aprendizajes, modernizar la gestión educativa y cerrar brechas de infraestructura. Está aún en proceso la concreción del modelo de carrera pública magisterial inclusiva, planteado en la Ley de Reforma Magisterial, en el que las y los docentes mejoran sus remuneraciones y ascienden, mediante procesos evaluativos públicos y transparentes que reconocen su desempeño laboral, sus méritos y conocimientos. Está planteado el reconocimiento de buenas prácticas a través de la evaluación de desempeño docente, así como la implementación de mecanismos de atracción a los mejores estudiantes a la carrera docente y la mejora de la capacitación a docentes en servicio a través de un sistema de formación continua preparado para fortalecer la práctica pedagógica del docente. Otro incentivo económico para reconocer el esfuerzo de directores y docentes en el logro de mejores resultados en sus estudiantes es el Bono Escuela.

Un dato que nos hace ver lo importante que es la escuela en el crecimiento de nuestro país es que, de acuerdo con información del INEI, para el 65.70% de los peruanos que conforman la PEA ocupada, la escuela es la única oportunidad de adquirir conocimientos formales que les permite adquirir las competencias necesarias para el trabajo y la vida. Es evidente la necesidad de fortalecer la educación tecnológica y técnico productiva.

Sin embargo, quedan aún muchos pendientes. En relación al rol docente, clave en el proceso de aprendizaje de los estudiantes, un estudio reciente publicado por Grade identifica el aumento en el número de docentes contratados frente a una reducción del total de docentes nombrados en los niveles de educación primaria y secundaria; el aumento de profesores de primaria que trabajan en educación inicial, sin la preparación metodológica adecuada; el refuerzo de inequidades porque los sectores de estudiantes con más necesidades son los que cuentan con docentes menos preparados en conocimientos y estrategias de enseñanza; en las limitaciones que significa contar con materiales insuficientes e inadecuados en las instituciones educativas públicas y en la falta de liderazgo pedagógico de los directores concentrados principalmente en sus labores administrativas. También en relación con el rol del docente, es necesaria una formación inicial más sólida que recoja los avances en conocimientos y herramientas tecnológicas más pertinentes.

A pesar del aumento en el presupuesto del 2018 en el sector Educación, seguimos por debajo de lo que invierten los vecinos sudamericanos, además de las disparidades en la inversión entre las regiones al interior de nuestro país. Urge superar las brechas aún existentes entre los ámbitos rurales y urbanos, dar mayor atención a las personas con necesidades educativas especiales y reforzar el mantenimiento de la infraestructura para dar una efectiva atención educativa.

Si bien los retos son importantes, requerimos desde el sector educativo tener una mirada de largo plazo que tenga en cuenta y confíe más en los docentes y en los avances logrados hasta hoy, nos impulse a trabajar unidos -Gobierno, sociedad y empresa- y potencie a personas y acciones para fortalecer una educación que forme ciudadanos críticos y creativos, comprometidos con el crecimiento de nuestro país en un clima de equidad, transparencia y valoración de nuestra riqueza cultural y biodiversidad.


(Foto: iepa.org.pe)